Pequeños y mayores tienen a la pasta fresca entre sus favoritos a la hora de sentarse a la mesa. Nos gusta la pasta por su delicioso sabor, por la facilidad que ofrece para cocinarla, por la enorme variedad que permite en cuento a presentación, por se un alimento al alcance de todos los bolsillos… Pero es que, además, nuestro propio organismo agradece las ventajas de este espaguetis, tortellini, ravioli, macarrones… a la boloñesa, al pesto, a la carbonara…
Según un artículo de la edición francesa del Huffingtonpost, existen variedades y recetas para todos. Y es que, mientras que hay personas reacias al queso, a la leche, a la carne roja o a las verduras, ¿a la pasta? Es muy raro. ¿Por qué nos gusta tanto?
Tal y como sucede con el pan (y al contrario que la col, el plátano o la cerveza), la pasta tiene un sabor lo suficientemente básico como para poder asimilarlo desde la más tierna infancia. «El sabor de la pasta es muy poco marcado. No es una atracción innata, pero se adquiere muy rápido y no existe un freno particularmente fuerte a esta adquisición», señala Nicolas Darcel, maestro de conferencias en AgroParisTech.
A todos nos gusta la pasta
Y es que el organismo identifica rápidamente este alimento «como una buena fuerte de energía», explica este especialista en neurociencia del comportamiento alimentario. La pasta está compuesta por glúcidos complejos, que se encuentran en los almidones y las féculas. Tienen un importante papel energético y todas las células —sobre todo las nerviosas— los utilizan.
De tal manera que, además de tener un sabor que no requiere aprendizaje (otros sabores, como los del café o la cerveza —es decir, el amargo— nos repelen cuando somos niños, aunque luego aprendamos a amarlos), la pasta es muy nutritiva. Ya van dos motivos para adorarla.
La facilidad de cocinarla es otro de sus valores añadidos. Independientemente de que seas un chef o de que apenas sepas picar cebolla, la cocción de la pasta está al alcance de todo el mundo. «Los platos de pasta pueden ser rápidos, simples, buenos para la salud, nutritivos y variados, ya sean unos simples espaguetis con aceite de oliva, ajo y pimentón o una elaborada lasaña», escribe el chef británico Jamie Oliver en su libro.
«Se pueden crear platos de todo tipo con ella. Está buena y es saciante. Su vida útil es muy larga, así que se puede guardar sin problema en la despensa hasta que se nos ocurra una receta», explica a la BBC Jim Winship, miembro de una asociación de cocina italiana.
La pasta es un plato económico
A todo esto se añaden las ventajas económicas. Que levante la mano todo aquel que no se haya alimentado (exclusivamente) de pasta en su época de estudiante. Pocos alimentos son tan nutritivos por tan poco dinero.
Por otro lado, la pasta se exporta muy bien en el mundo. Por este motivo, aunque los platos más conocidos vengan de Italia o de China, se come a lo largo y ancho del planeta. «La pasta siempre ha sido un producto industrial. Es una de las cosas que ha contribuido a su éxito: son fáciles de transportar y duran mucho; tienen el gen comercial», explica a la BBC John Dickie, profesor de italiano y autor de un libro sobre la cocina italiana. Pero «es un fenómeno cultural, no industrial», precisa. «A la gente le gusta estilo de vida de los italianos y su cocina simple, esencial».
¿El resultado? Todo el mundo come pasta y es muy probable que sigan haciéndolo, al menos por costumbre. «Es un plato familiar para muchas personas y la familiaridad con un producto resulta determinante para nuestra capacidad de aceptación hacia él», resalta Nicolas Darcel.
En todo el mundo
Según una encuesta realizada por Oxfam, una ONG de cooperación internacional, la pasta es la comida más popular del mundo. Se preguntó a más de 16.000 personas, de un total de 17 países, cuál era su plato favorito: la mayoría eligió la pasta. Y no sólo en los países europeos: la pasta es uno de los favoritos también en Filipinas, Guatemala, Brasil, Sudáfrica…